La inteligencia política es un don que llega a muy pocos seres humanos.
Gobernar es el arte de hacer avanzar en paz y justicia a la sociedad y para tal logro es preciso que la sociedad cuente con hombres y mujeres generosos.
No es generoso el político que conociendo las buenas obras de su oponente se resiste a reconocerlas e incluso llega a desprestigiarlas.
Nada hay más noble que un ser humano que sabe reconocer que su adversario ha sabido llegar a metas más altas.
La envidia y el deseo obsesivo de poder, obnubilan la visión de muchos políticos cuya misión se reduce a poner trabas y engañar a los ciudadanos desdibujando las realizaciones y logros que hace el buen político.
Gobernar es el arte de hacer avanzar en paz y justicia a la sociedad y para tal logro es preciso que la sociedad cuente con hombres y mujeres generosos.
No es generoso el político que conociendo las buenas obras de su oponente se resiste a reconocerlas e incluso llega a desprestigiarlas.
Nada hay más noble que un ser humano que sabe reconocer que su adversario ha sabido llegar a metas más altas.
La envidia y el deseo obsesivo de poder, obnubilan la visión de muchos políticos cuya misión se reduce a poner trabas y engañar a los ciudadanos desdibujando las realizaciones y logros que hace el buen político.